Cuéntame cómo fue: La revolución en San Luis
Por Eduardo López Cruz
Y la revolución llegó a San Luis, pero no por lo que tradicional e idealmente se consideran causas justas: no por la opresión de las clases pobres (que existía) no por el enriquecimiento brutal de una minoría que creció proporcionalmente inversa a la miseria de la mayoría; prosperó porque un grupo de hacendados se vio desplazado por la casta dorada de porfiristas que acaparó en sus manos los grandes negocios o puso en mano de grandes empresas británicas, alemanas, franceses y estadounidenses la posibilidad del desarrollo empresarial.
A conclusiones similares -aunque, por supuesto, más profundas- llega Romana Falcón en su texto Revolución y cacicazgo en San Luis,1910-1938 (El Colegio de México, 1984).
Para 1888 (22 años antes del estallido revolucionario) llegó el ferrocarril a San Luis. A partir de este hecho fundacional (durante el gobierno de Carlos Díez Gutiérrez) se desencadenó un boom de desarrollo cuyos frutos más jugosos fueron para unos cuantos. Para 1890, por ejemplo, llegó desde Aguascalientes al pueblo de Morales la hoy Industrial Minera México (entonces propiedad de las familias Rockefeller y Guggenheim).
Se desencadenó el progreso tecnológico, surgió la telefonía (en manos de la familia Espinosa Cuevas, uno de cuyos miembros -José María- fue el último gobernador porfirista) otras familias como los Muriedas, establecieron el primer hospital moderno de la ciudad: La Beneficencia española.
En los últimos suspiros del porfirismo, condenado a la desaparición porque los revolucionarios ya cabalgaban a lo lejos, el rostro de la ciudad se transformó en manos del ingeniero Octaviano Cabrera. Mientras que el resto de la ciudad se debatía en el subdesarrollo, Cabera hizo del centro capitalino una Francia en chiquito.
En 1906 inició la construcción del monumental edificio Ipiña (por instrucciones de su suegro, Encarnación Ipiña, emparentado éste con la virreina Francisca de la Gándara, a través de los intrincados ramales del árbol genealógico).
Ese mismo año José María Espinosa y Cuevas llegó a la gubernatura del estado, en calidad de interino y para cubrir la ausencia de Blas Escontría; otro de los miembros más destacados del porfirismo en el ocaso.
Los Inconformes
En 1891 se habían declarado en huelga los operarios de la mina Santa Fe, en Matehuala; en 1892 los siguieron en su descontento los mineros de Charcas y ese mismo año –en esta ciudad- se fueron también a la huelga los trabajadores de la fábrica de muebles y ebanistería fina del alemán Jorge Unna.
Lo mismo hicieron los ferrocarrileros en 1903. Un año antes, en 1902 el Club Liberal de Camilo Arriaga (una de las primeras células antiporfiristas en San Luis) daba la nota cuando varios de sus miembros fueron arrestados en el Hotel del Jardín (hoy cine-teatro Alameda) en medio de una agitada convención.
Camilo Arriaga, sobrino del notable juarista Ponciano Arriaga, era un hacendado de importante caudal; inconforme sin embargo con la inequidad distribución de las oportunidades y riqueza que el porfiriato destinaba a unos cuantos. Reunió, a través de la ideología y la facilitación de textos que obtenía en Europa, a un grupo de intelectuales 8en su mayoría maestros) que por su parte llevaban ya en ellos la semilla no del liberalismo tradicional mexicano (que floreció durante los duros años de la invasión francesa y el llamado periodo de la República Restaurada, con Benito Juárez) sino del anarquismo ruso Bakunin, Kroptkin y del francés Proudhon.
Juan Sarabia, Librado Rivera, Filomeno Mata, Ciriaco Cruz, Graciano Sánchez (que combinaron la docencia con el periodismo y las balas) se unieron a pensamientos más radicales, como el del también potosino Antonio Díaz Soto y Gama (ideólogo de Emiliano Zapata). Con desprecio, tiempo después de haber triunfado la revolución con Francisco I. Madero a la cabeza, Gonzalo N. Santos los llamó los maestritos.
Formado el Partido Liberal Mexicano con los radicales hermanos Flores Magón a la cabeza, Francisco I. Madero se deslindó del magonismo y en 1909 fundó el Partido Antirreeleccionista, con cuya plataforma lanzó su candidatura presidencial contra la reelección de Porfirio Díaz.
El Mito del Plan de San Luis
Circunstancialmente, mientras hacía su recorrido de campaña, Madero fue detenido en la capital potosina, acusado de conspiración. Poco tiempo estuvo preso en la penitenciaría, se le concedió ser reo de la ciudad; esto es, tuvo una libertad limitada a las inmediaciones de esta capital y vivió en un departamento en el Palacio Monumental (frente a La Lonja y a un costado de Palacio de Gobierno) en donde se urdió la leyenda de que fue ahí donde se redactó el Plan de San Luis, que convocaba a la rebelión armada justamente para el 20 de noviembre de 1910.
La realidad es que el documento se redactó y firmó en Texas, Estados Unidos, hasta donde Madero se exilió luego de huir de San Luis Potosí. El nombre es una concesión romántica por el trato que el Apóstol de la Democracia recibió en esta ciudad, además de una artimaña diplomática por lo comprometedor que resultaba firmar un manifiesto de tal magnitud desde una ciudad norteamericana.
La Primera Tropa
El 25 de mayo de 1911 Porfirio Díaz presentó al Congreso de Unión su renuncia a la Presidencia de la República y sólo 2 días después (el 27 e mayo de 1911) la brigada revolucionaria de Enrique Estrada había entrado a la ciudad.
Llegaron a la Plaza de la Lagunita (hoy Plaza de los Mariachis o Bicentenario) y luego de hacer un alarde al formar la caballería en línea, tomaron el Hotel del Comercio (después Hotel Imperial, demolido en 1973 para abrir el Eje Vial).
100 Gobernadores para 100 Años
José María Espinosa y Cuevas había renunciado al gobierno potosino y justo el día de la entrada de los revolucionarios a la ciudad, el hacendado Encarnación Ipiña tomó el mando, solamente para negociar un préstamo forzoso con los alzados: una importante cantidad de dinero para evitar que aquéllos saquearan la ciudad. Sin mayores problemas, las huestes revolucionarias dejaron San Luis y el maderista Rafael Cepeda, doctor originario de Coahuila, asumió la gubernatura, a partir de lo cual -y hasta el mandato de Fernando Silva Nieto, último gobernador en serie de la peculiar revolución potosina- pasarían por la silla de gobierno 106 gobernadores, constitucionales, provisionales, interinos, sustitutos o jefes militares.
En un centenario, prácticamente un gobernador por año.
Nos hase falta leer mucho mas para poder entender todo esto