Juan del Jarro fue uno de los personajes más queridos de San Luis Potosí mientras vivió. Llamado así por el jarro de terracota que siempre lo acompañaba, Juan de Dios Azios Ramírez era un pordiosero que dedicaba las ganancias de sus limosnas a gente necesitada, incluyendo ancianos y otros en su misma situación.
Entre sus excentricidades, se dice que odiaba el mes de julio y el baño, que nunca le faltaba un refrán y siempre cargaba junto con su jarro, un sombrero y una estera. La riqueza era otra cosa que aborrecía, quizá por eso nunca dejó de vivir de la manera que lo hacía. Sin embargo, esto provocó que se ganara el cariño de la gente, sin importar si eran ricos o pobres.
Además de tener una excelente memoria, a Juan del Jarro se le comenzaron a atribuir poderes de adivinación. Según la leyenda, podía escuchar el futuro de las personas en el jarro de terracota que cargaba a todos lados. Y entre todas las anécdotas que lo mencionan, destaca la que que posiblemente sea la más famosa:
“Un día, una señorita de clase alta pasó al lado de Juan y, segura de que era nada más que un charlatán que engañaba a la gente para sacarle dinero, le preguntó:
—Dime, adivinador, ¿cómo se llamará el que ha de ser mi esposo?
A lo que Juan del Jarro respondió:
—Te casarás, pero no con el padre del niño que llevas en el vientre.
Al poco tiempo, la señorita tuvo que abandonar la ciudad porque su familia descubrió que Juan tuvo razón.”
Juan del Jarro falleció el 8 de noviembre de 1859, a los 66 años. El día de su funeral asistieron personas de todas las clases sociales a rendirle homenaje y dedicarle cánticos y rezos. Se cuenta que al cuarto día después de su entierro, hubo quien vio salir varios escarabajos negros del panteón, que rodearon una bola de arcilla en el desierto.
Cada 2 de noviembre, los que lo creen milagroso, van a su tumba a dejar estampillas con su imagen, crucifijos, monedas de plata y jarros con agua, como ofrenda para que les conceda un milagro pedido.
En el jardín Guerrero, frente a avenida Universidad, se encuentra la escultura del señor Juan de Dios Azios Ramírez, mejor conocido como Juan del Jarro. Un misterioso hombre que una vez caminó por las calles de San Luis encantando a todas las personas con su extravagante personalidad.