En este día, Viernes de Dolores, en muchos lugares de nuestro país se manifiesta el fervor religioso en la celebración de los Dolores de Nuestra Señora. En algunos lugares, se le conoce como Viernes de Concilio y se considera un día de ayuno y abstinencia.
La importancia de esta tradición tiene base en el sentir del pueblo. La tradición del Altar de Dolores viene desde el siglo XVII, cuando los habitantes levantaban altares, en devoción a la imagen de la Dolorosa, cada año dentro de sus hogares.
El Altar de Dolores lo preside una imagen de la Virgen Dolorosa, construido en un espacio generalmente escalonado, donde se utilizan mesas o pequeños muebles, y que es cubierto por manteles blancos y de papel picado, junto con otras decoraciones que corresponden a la tradición. Una gran cantidad de velas y veladoras también es colocada en el altar, junto con esferas, naranjas agrias, semillas, hierbas de olor, germinados de trigo o chía y agua de colores.
Estos altares son visitados por la tarde o por la noche para recibir el esplendor de la iluminación de las velas y veladoras. Parte de la visita a los mismos, incluye que el anfitrión obsequie aguas frescas, incluso nieve en algunos lugares, de limón con chía o jamaica, entre otras, que según la tradición representan el llanto de la Virgen. Se les llama “incendios”, por la gran cantidad de velas que son encendidas en los altares.
Los siete dolores de la Virgen son:
- Primer dolor: la profecía de Simeón.
- Segundo dolor: la persecución de Herodes y la huida a Egipto.
- Tercer dolor: Jesús perdido en el templo, por tres días.
- Cuarto dolor: en María encuentra Jesús cargando la cruz.
- Quinto dolor: la crucifixión y muerte de Nuestro Señor.
- Sexto dolor: María recibe a Jesús bajando de la Cruz.
- Séptimo dolor: Entierro de Jesús.