La Semana Santa de Sevilla, en la que se conmemora la pasión, muerte y resurrección de Cristo, se celebra desde el siglo XVI y tiene fama mundial. En 1980 fue declarada de Interés Turístico Internacional y constituye una de las grandes fiestas de primavera de la ciudad, junto con la Feria de Abril.
En esta celebración, alrededor de 50,000 personas se visten de nazarenos para desfilar en las, nada menos que, 58 procesiones que se organizan. Mientras tanto, los “costaleros” cargan los pasos, que son las imágenes religiosas, sobre sus espaldas.
Todos los días hay procesiones tanto por la tarde como por la noche. Cada cofradía sale de su iglesia con su recorrido propio establecido. Aunque todas ellas deben pasar por la llamada “carrera oficial”, la cual comienza en la calle Campana y termina con la salida de la hermandad por la Catedral. Luego de abandonar la Catedral, cada cortejo regresa a su iglesia por un camino diferente al que tomaron de ida.
Sesenta hermandades procesionan hacia la Catedral de la ciudad y once hermandades lo hacen dos días antes, el Viernes de Dolores y el Sábado de Pasión, sin pasar por la Catedral. En las procesiones se puede vivir la emoción de las saetas, que son las canciones flamencas que la gente canta a capella, desde los balcones, en honor a las imágenes.
La salida procesional de las hermandades en esta semana recibe el nombre de Estación de Penitencia. La salida procesional es el principal culto externo de las hermandades, las que también realizan numerosos cultos internos a sus titulares durante todo el año como novenas, septenarios, quinarios, triduos y besamanos.
Durante Semana Santa, el Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla es el órgano que se encarga de la regulación de la gran cantidad de procesiones junto con toda la logística que esto conlleva. Sus miembros son elegidos cada cuatro años por los hermanos mayores de las distintas hermandades.
El momento más importante de la Semana Santa de Sevilla es la madrugada del Viernes Santo, cuando salen algunas de las imágenes más veneradas como el Jesús del Gran Poder, la Marcarena, la Esperanza de Triana o el Cristo de los Gitanos. Durante toda la noche y hasta ya entrado el día, las calles de la ciudad son llenadas por el público que asiste a presenciar esta tradición.
La devoción, el arte, el colorido y la música se entremezclan en los actos que se celebran durante estos días para recordar la muerte de Jesucristo: las procesiones. En ellas, los miembros de las diferentes hermandades y cofradías, vestidos con sus ropajes característicos, recorren las calles llevando los pasos al ritmo de los tambores y la música, produciendo estampas de sobria belleza.