La Organización Mundial de la Salud describió al Zika como una “emergencia sanitaria” y no era para menos. Entre 2013 y 2016 se detectaron miles de casos a nivel internacional con síntomas, generalmente leves como fiebre, dolores musculares o dolores de cabeza.
Los signos de gravedad comenzaron a aparecer en recién nacidos, de madres que habían sido infectadas durante el embarazo. El resultado fue una cabeza mucho más pequeña de lo normal en los recién nacidos, también llamado microcefalia. Además, en muchos casos se vio un trastorno neurológico conocido como síndrome de Guillain-Barré.
El Zika no es un virus nuevo, era conocido desde los años 50, sin embargo los estudios apuntaban a que el virus era inocuo. Después, cuando el virus llegó a América, los investigadores se dieron cuenta que el virus se había vuelto mucho más peligroso, causando consecuencias sobre el sistema nervioso. Un estudio publicado en la revista Science, dice por primera vez por qué el Zika se ha vuelto tan peligroso.
Ninguna investigación había conseguido determinar cómo era que el Zika pasó de ser una enfermedad leve a convertirse en un problema de salud pública. El motivo es una “mutación crítica” en el virus, que contribuye a su capacidad de producir una reducción significativa en el diámetro de las cabezas de los recién nacidos. Esto se logró haciendo una comparación entre cepas del virus actual y del que apareció en un inicio.
Una variación en el material genético del virus produce un cambio en una proteína que forma parte de la envuelta protectora del patógeno. La modificación provocó el reemplazamiento de uno de los componentes de dicha proteína en la posición 139. El grupo liderado por Cheng Feng Qin explica en su estudio en Science que la sustitución “incrementa de forma significativa la infectividad del Zika” en los experimentos realizados.
El virus tuvo muchos cambios entre 2010 y 2016 y los investigadores también comprobaron el grado de letalidad de las diferentes mutaciones. El cambio observado en el material genético provocaba una microcefalia y una letalidad embrionaria mucho más graves en modelos de ratones. Según sus conclusiones, la mutación crítica habría aparecido en mayo de 2013, meses antes de la aparición del brote en la Polinesia francesa, y se mantuvo posteriormente en la cepa que atacó al continente americano.