Bajo la dirección del maestro Julio de Santiago como director huésped, la Orquesta Sinfónica de San Luis Potosí ofrece un atractivo concierto de entrada libre el próximo viernes 17 de febrero a las 7 de la noche en la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe de Villa de Arriaga interpretando obras de Johann Strauss, Rossini, Grieg, Arturo Márquez y José Pablo Moncayo.
En este concierto presentado por la Secretaría de Cultura, la OSSLP abrirá con una de las piezas emblemáticas de la ópera bufa: la obertura “El barbero de Sevilla”, del compositor italiano Gioacchino Rossini. Estrenada en 1816, cuenta los enredos de una pareja integrada por el conde de Almaviva y Rosina, pupila del médico Bartolo, quien para ganar la dote de la muchacha quiere casarse con ella. Para evitarlo, la pareja se vale de la ayuda del barbero de la ciudad, Fígaro, quien con una serie de enredos logra engañar al tutor y unir en feliz matrimonio a los enamorados.
Concebida por Edvard Grieg para acompañar la representación teatral del escritor noruego Henrik Ibsen llamada "Peer Gynt". Grieg extrajo 8 de los 26 movimientos escritos originalmente para la obra creando las dos suites orquestales (cuatro movimientos cada una) y en la velada de este viernes escucharemos con la OSSLP la suite no.1.
Considerado como un segundo himno nacional para Austria, el famoso vals “Danubio Azul”, de Johann Strauss, será parte de lo que se escuchará en la que será la tercera visita de la OSSLP a Villa de Arriaga.
Y para cerrar este concierto difundiendo una muestra de la extraordinaria música escrita por nuestros compositores mexicanos, la Orquesta Sinfónica de San Luis Potosí interpretará la obra emblemática del nacionalismo musical de nuestro país: el “Huapango”, escrita en 1941, cuando José Pablo Moncayo tenía solo 29 años y que describe de manera excepcional el paisaje de nuestro México, lo que la ha convertido en una pieza excepcional.
Además, se interpretará la obra más conocida de Arturo Márquez: el Danzón no.2. Estudioso y conocedor de la música popular, y tras una breve visita a Malinanco (al sur del Estado de México), esta pieza, en palabras del propio autor, se convirtió en un tributo a la aparente ligereza del danzón, su sensualidad y rigor que vividos con nostalgia y júbilo en los salones de baile aún en la actualidad, en una palabra, al medio que lo nutre.