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Tamohi, la huasteca prehispánica

En esta ocasión queremos compartirte un artículo del sitio Arqueología Mexicana, escrito por Diana Zaragoza Ocaña y Patricio Dávila Cabrera, donde hablan de Tamuín en su faceta prehispánica. Este es un lado de nuestras ciudades que pocas veces conocemos, pero que resulta muy interesante una vez que nos comienzan a describir cómo eran y como funcionaban. Seguramente te sorprenderás.

La extensa ciudad de Tamohi es conocida en la literatura antropológica simplemente como Tamuín, e incluso con el nombre del rancho donde se encuentra: El Consuelo, en el municipio de Tamuín, San Luis Potosí. Fue construida apenas unos dos o tres siglos antes de la llegada de los españoles, por lo que tuvo un breve desarrollo, hasta su repentino abandono en el siglo XVI. Se localiza en la ribera derecha del río Tampaón, que es parte del sistema hidráulico del río Pánuco. Ocupa una extensión de alrededor de 210 ha y posee una intrincada traza urbana; sus construcciones se encuentran tanto sobre prominencias naturales como sobre grandes plataformas que sirven de basamento a varios conjuntos con funciones cívicas, religiosas y habitacionales. Por sus dimensiones y características, se puede afirmar que Tamohi fue uno de los centros huastecos más importantes en el último período prehispánico.

La distribución de este centro urbano estaba en función de grandes plataformas multifuncionales muy elevadas, pues las periódicas inundaciones, que renovaban la fertilidad de los suelos, limitaron los lugares en los lugares se podía construir. Por ello, las casas de la gente común se encuentran en las laderas altas aledañas a las plataformas y sobre otras lomas vecinas, donde se construyeron pequeñas terrazas que albergaban habitaciones y huertos.

Por hallarse a la orilla del río, el comercio fluvial adquirió una enorme trascendencia. Tamohi contaba con varios atracaderos y, así, desde el río, los mercaderes, los visitantes y los mismos pobladores ascendían por medio de rampas y bancales a espacios sucesivamente más restringidos, que lo mismo funcionaban como mercado que para realizar reuniones religiosas e incluso de carácter político-administrativo. De esta forma, en determinados días en las plazas se efectuaban ritos públicos, mientras que en otros se congregaba a los moradores locales y aledaños para eventos cívicos y, de igual modo, en otros se intercambiaban mercancías locales por las que procedían de remotas comarcas.

La primera referencia sobre Tamohi fue publicada por Walter Staub en 1919, quien hizo mención de que la famosa escultura conocida como el Adolescente fue localizada en el rancho El Consuelo. La calidad e importancia de esta pieza llamó la atención de los investigadores hacia la zona arqueológica y, en 1946, el Instituto Nacional de Antropología e Historia comenzó las exploraciones en el rancho El Consuelo, las cuales estuvieron a cargo del arqueólogo Wilfrido Du Solier. Éste descubrió la plaza principal y dejó expuestos varios edificios, entre los que destaca un altar con pintura mural. Desde entonces la ciudad de Tamohi ha estado abierta al público. Al finalizar los setenta, los investigadores del Proyecto Huaxteca, dirigido por los arqueólogos Leonor Merino Carrión y Ángel García Cook, llevaron a cabo la conservación de la zona arqueológica. Posteriormente, por más de dos décadas, los autores del presente artículo, con la participación del arqueólogo Mauricio Perca Salas, llevamos a cabo continuas labores de investigación y conservación, principalmente en esta parre de Tamohi.

De las 210 ha del sitio sólo se ha excavado y acondicionado para el público menos de 0.6%. Lo expuesto al público es una plataforma rectangular -cuya fachada principal, orientada hacia el este, tiene alrededor de seis metros de altura- que alberga nueve edificios principales y otras construcciones menores, lo que, en conjunto, abarca poco más de 8 000 m2. Los edificios forman una plaza, abierta hacia el este, que está enmarcada por cinco basamentos mayores y con tres edificios menores al centro. Todas las construcciones se elaboraron de la misma forma: aglomerando y compactando la tierra, y revistiéndola en seguida con cantos rodados, los cuales, a su vez, fueron recubiertos con un aplanado de estuco. Las otras grandes plataformas de Tamohi no han sido exploradas.

En algunas de las terrazas periféricas, de mayor extensión, se construyeron hornos subterráneos para elaborar cerámica, sobre todo de los tipos con decoración negra sobre una capa blanca o aplicada directamente encima del color claro del barro. La abundante cerámica fue objeto de un notable intercambio. Los diseños difieren de los de las cerámicas de otros asentamientos de la región Huasteca, por lo que se puede decir que son exclusivos de los artesanos de Tamohi.

Por los escritos del siglo XVI se sabe que la región Huasteca abasteció y tributó al imperio mexica miles de mantas de algodón, ricamente coloridas y decoradas, así como importantes cantidades de chile seco y cacao, diversas clases de piedras verdes y otros artículos, como resinas de copa!, hule y chapopote, plumas, pieles e incluso objetos de metal. Además del comercio, el sustento de la población provino de la producción agrícola; en vastos campos, localizados alrededor de la zona habitacional, se practicó la roza y la quema, y en algunos terrenos hubo cultivo intensivo gracias al riego con las aguas del río. Así se sostuvo a una población que pudo haber alcanzado los 10 000 habitantes en su época de apogeo y que por otra parte produjo un excedente para el comercio. Los principales alimentos que se cultivaron, además de maíz, fueron algunas variedades de calabaza, diversos chiles y posiblemente yuca o mandioca. Fueron importantes la caza y cría de venados, guajolotes y perros, lo cual se complementó con peces y moluscos del río. Asimismo, el cultivo de algodón para la elaboración de mantas tuvo un papel relevante.

Entre las numerosas zonas arqueológicas huastecas conocidas destaca Tamohi, una de las ciudades mayores en la época prehispánica que para el momento de la conquista española rivalizaba en importancia con Tamuín, cabecera de un señorío. Éste, en su momento, fue tan importante que Hernán Cortés lo tomó para sí y congregó ahí a los habitantes de la comarca, con lo cual poblaciones como Tamohi, Tamtok y otras quedaron deshabitadas.

Por los datos que se han obtenido, podemos afirmar que la élite gobernante ocupó las grandes plataformas, sobre las cuales construyeron, además de sus palacios, edificios dedicados a la religión y al gobierno de la ciudad. La plataforma abierta al público exhibe claramente estas características.