Los Voladores de Tamaletón, gran tradición potosina de Tancanhuitz

Tamaletón, comunidad del municipio de Tancanhuitz, San Luis Potosí; es uno de los pocos lugares del país donde se lleva a cabo este ritual de voladores, a cargo de la comunidad Teenek, acompañados del sonido de tambor y chirimía, pequeña flauta de madera, cada volador representa uno de los rumbos cósmicos, y en su descenso simulan el vuelo de un gavilán.

Entre las principales etapas etapas del ritual están la preparación física y espiritual de los participantes, la confección del atuendo, la selección y corte del árbol, el arrastre y levantamiento del palo, y por último, la danza en tierra y el vuelo en lo alto del palo.

Esta ceremonia está asociada con ciclos agrícolas y con agradecimientos a las fuerzas de la naturaleza. Los danzantes se ofrendan para la supervivencia del Sol y del Dios del Maíz Dhipaak. Existe participación comunitaria para comunicarse con la naturaleza, la vida y el cosmos.

Los Voladores de Tamaletón son todo un motivo de orgullo para quienes habitamos San Luis Potosí:

  • Porque esta ceremonia está considerada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad desde el 2009.
  • Porque es un ritual que ha permanecido desde el año 600 antes de cristo.
  • Porque nuestra comunidad Teenek lo sigue practicando y difundiendo en las nuevas generaciones para la preservación de esta tradición.

5 hombres saludan al centro y a los cuatro puntos cardinales y suben por un mástil de madera de 18 a 38 metros de altura para realizar la Danza del Águila o de los Gavilanes, mejor conocida como Ceremonia Ritual de los Voladores.

Son los Teenek, descendientes directos de los mayas, voladores de Tamaletón, los que realizan esta ceremonia con la finalidad de preservar su historia el ritmo de la danza lo marcaban los acordes de la chirimía (flauta de madera) y de unos pequeños tambores, instrumentos musicales que los Teenek usan durante sus ceremonias, entablando comunicación con los dioses. Ataviados con calzón de manta y camisa de manga larga se adornan con dos coloridas bandas cruzadas al pecho (símbolo de poder) y una corona de vistosas plumas.

El altar es el sitio que plasma la mezcla del catolicismo y las creencias étnicas; pero el centro del vuelo cobra vida cuando los voladores y su capitán, bailan, ofrecen (queman) copal y beben aguardiente (que esparcen luego por el suelo), para que los dioses les permitan sembrar sus productos, tener agua y luego obtener una buena cosecha; cantan y piden protección y agitan un puñado de plumas de gavilán (para imitar su vuelo), mismas que les sirven para saber qué tan lejos están del suelo cuando van bajando.

Después uno a uno suben los voladores por una gran cuerda que se enrolla a todo lo largo del palo y que les sirve de escalera; una vez arriba, el capitán, sin ninguna atadura que lo sostenga (se coloca en una pequeña tabla de aproximadamente 25 centímetros de diámetro y desde ahí, usando un silbato que imita el piar de las águilas, danza y se dirige a los cuatro puntos cardinales para pedirle a los dioses sus favores y a cambió ofrecer el vuelo como ofrenda.

En tanto, los otros voladores se atan una cuerda de vuelo a la cintura (que previamente ha sido enrollada al palo), y a una voz de mando los cuatro se lanzan de espaldas al vació e inician el vuelo, un vuelo que dura segundos pero que mantiene sin respirar a los espectadores, que no saben en qué momento su cabeza se va a incorporar para no romperse en el suelo.

 

 

Origen de la Danza del Volador (leyenda)

Dicen que fue un chamaquito quien organizó la danza tal como la soñaba, pues en sueños, le platicaban y le decían que invitara a la gente para que participara con los danzantes el día de la fiesta del lugar.

Cuando tenía estos sueños, se los platicaba a sus papás diciéndoles que era su “dueño” quien le hablaba. Algunos no le creían, decían que estaba loco, pero otros le hicieron caso y así fue como se originó la Danza del Volador.

El mismo chamaquito fue quien empezó a enseñar el baile, la música y el nombre de cada danzante y del grupo.

Llegó el día en que hicieron una fiesta y participaron los Toreros, los Guaguas y los Voladores. Sin embargo, el chamaco les dijo que ya no se haría nada y los demás danzantes se molestaron, pues dijeron que los estaba engañando. Así trascurrió un año. Al chamaquito le dijeron que hiciera otra invitación, pero no todos la aceptaron. Sólo lo hicieron los Voladores, quienes dijeron: “Iremos adondequiera que haya fiesta”.

Y así fue: enterraron el palo volador, lo arreglaron y lo amarraron con mecate. Luego subieron y se sentaron en cada uno de los cuatro lados. Uno de ellos se paró sobre el carrete y comenzó a tocar el son de “la caída” con su flauta.

Al iniciar el descenso, dicen que apenas habían dado dos vueltas cuando, de repente, se chispó su carrete y una nube muy grande con viento se los llevó hacia los cielos, allá donde nace nuestro señor el Sol. Allá se perdieron. La gente se asustó mucho y por eso tumbaron el palo volador, pero a los tres días vieron que los cinco Voladores regresaban nuevamente hasta donde había estado el mástil. Ellos no pudieron descender porque lo habían tumbado. Por esto, regresaron al cielo, dirigiéndose otra vez adonde nace nuestro señor Sol.

Cuentan que, hasta la fecha, allá están los cinco Voladores que iniciaron la gran Ceremonia tradicional del Volador; a esto se debe que no podamos olvidar esta vieja costumbre. También dicen que aquellos danzantes y los actuales llegan a estar cerca de nuestro señor Sol.

Salvador Francisco Francisco 2.

 

Tancanhuitz de Santos

Su significado es “Lugar de Flores Amarillas”, con aproximadamente 21 mil habitantes y un alto índice de marginación tiene una presencia indígena Teenek del 61%.

Los Huastecos descendientes de la raza Maya fundaron Tancanhuitz en el año de 1522 con el nombre de “Canhuitzin”, es un pueblo precortesiano, aún cuando en su territorio desde el año 800 era recorrido por Teeneks ya que probablemente es uno de los tres asentamientos más antiguos del estado.

No existen antecedentes de evangelización temprana ya que se quemaron los archivos parroquiales en 1770, teniendo trabajo de evangelización en este lugar por el bachiller cura de Tampamolón, Carlos de Tapia Zenteno.

En 1794 se reconoce como pueblo y el 19 de julio de 1826 se eleva a municipio libre y como cabecera de partido, a la vez, desde entonces es cabecera de distrito judicial, lo que le ha permitido estar presente en la vida de la huasteca central. Los sucesos de la Guerra de Independencia fueron mínimos.

En enero de 1819 el pueblo de San Miguel de Tancanhuitz contaba con 2,052 habitantes de los cuales el 15.4% eran españoles. Desde el siglo XIX se alentó desde aquí la formación del Estado Huasteco. Con territorios huastecos de San Luis Potosí, Tamaulipas e Hidalgo, de vez en vez se retoma la idea, por ello en el año de 1832 se secundó la sublevación iniciada en Tampico por el General José Estebán Moctezuma en contra del Vicepresidente de la República Anastasio Bustamante, terminando el sueño del primero intento en la “Batalla del Gallinero” en Dolores Hidalgo, con el triunfo de Bustamante.

Durante la intervención Francesa esta plaza fue tomada por los invasores y en diversas épocas ha sido tomada por diversos bandos. Durante la Revolución Mexicana se suscitaron diversas batallas en su territorio. De 1932 a 1955 el municipio de Huehuetlán fue suprimido quedando como congregación de Ciudad Santos como también se le ha llamado como General Pedro Antonio Santos, pero ahora simplemente Tancanhuitz. Cuenta con 167 comunidades mayores de 2 familias, la cabecera tiene 2,921 habitantes.

Algunos de los personajes históricos han sido el doctor Gustavo Fritz de la Orta, Teniente Coronel Odón Velarde, destacado en la revolución mexicana y Salustiano Domínguez, a quien han inmortalizado los músicos contemporáneos en una pieza musical como Rogaciano el Huapanguero.

Tancanhuitz colinda al Norte con los municipios de Aquismón y Tanlajás, al Este con los municipios de Tanlajás y San Antonio, al Sur con los municipios de Coxcatlán y Huehuetlán y al Oeste con el municipio de Aquismón: a una altitud sobre el nivel del mar de 200 metros; en una superficie de 187.0 km2.; ubicado en la microregión Huasteca Centro de la Región Huasteca; con 316 kilómetros que media de distancia entre la cabecera municipal y la capital del estado, por las carreteras 85 y 70.

Sus sitios de interés son la iglesia de San Miguel que data desde 1743 (149 escalones), quemada en dos ocasiones; Río Coy; Presa La Herradura y la Cueva de los Brujos. Son famosos en México Los Voladores de Tamaletón (Danza del Gavilán), quienes son los antecesores a los Voladores de Papantla, aún cuando los últimos tienen mayor difusión.

Sus artesanías más conocidas son los enredos y huipiles con hilo de muchos colores, morrales decorados con flores y otros motivos vegetales en zapupe, quetchquemitl de la huasteca hechos con manta blanca y máscaras de madera.

Los platillos más pedidos son el zacahuil (tamal gigante elaborado con masa quebrada de maíz y diversas carnes), pemuche, jacubes, enchiladas huastecas, queso de bola, los nopales, los tamales de chilpan, el caldo loco y los bocoles. La bebida preferida es el aguardiente de caña de azúcar.